De una vez por todas y para siempre hay que entender que el Derecho
y la Política son estamentos separados. Si bien es cierto que "el Derecho
es un producto social", y de ahí lo político; también es cierto que el Derecho una vez creado por el legislador (hablo de la ley positiva objetiva) y
en tanto se apegue a la constitución (ley de leyes), debe ser venerado por los
juzgadores de tal manera que le sea imposible la agregación siquiera de una “coma”,
cambiando su espíritu y favoreciendo subjetividades por interpretaciones que
trivializan al derecho. A si, el
legislador en su tarea de "creación de la ley” debe ser lo más preciso y claro
posible, para no dar lugar a mayores extensiones interpretativas por parte de
los “aplicadores de la ley” que son los jueces. A estos no les compete, o al menos no primordialmente,
la observación de la política (ej. demandas sociales); les
compete la “observación del Derecho”, como cual recluta observa a su
comandante. A claro que no soy
partidario del “positivismo” extremo, pero cuando caemos en la lógica de “cualquier
interpretación es posible”, siguiendo una línea “abstracta”, cosa contraria a
la razón y al sentido común (faros luminosos que orientan al Derecho); estamos ante el peligro
de quebrar por completo la razón de ser de la ley: el orden.
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