viernes, 26 de abril de 2024

Una bocanada de aire fresco ciudadano.

Alegato en defensa de la universidad publica.





Quiero escribir algo con respecto a la marcha sucedida en todo el país el día 24/4 con motivo de la defensa de la universidad pública Argentina. Lo primero será un poco el justificativo personal del porque me vi interesado, emocionado, y con la necesidad de participar de tal encuentro ciudadano. Lo segundo será una especie de festejo por lo que en el titulo llame, una bocanada de aire fresco ciudadano.  

Suelo ser reacio a marchas, por lo que veo que demasiado a menudo terminan partidizándose, haciendo del interés que es común a la mayoría de los manifestantes, a los interéses de unos pocos. Entonces, la protesta se vuelve, otra vez, una paradoja como la democracia misma, quiero decir, el poder del pueblo que no es del pueblo pero que tampoco es de la mayoría por que paso a ser de una minoría. Al igual que cuando tengo que justificar mi voto en blanco para no verme involucrado en la acción de tal o cual político que al terminar una elección ganada se cuelga la medalla diciendo: vieron, me votaron, que poder tengo ahora, aquí me pasa algo parecido. No quiero que me arrastren los intereses de unos pocos, que engañan, disfrazando sus intereses con los interéses de muchos.

Pues así es que evito involucrarme en movilizaciones de algún tipo, a pesar de propiciar en los diferentes ámbitos que opero, la necesidad de ocupar el espacio público, la necesidad de un sentido crítico de las cosas, la expresión en libertad plena y responsable, y todo aquello bajado desde una línea liberal verdadera, es decir “igual libertad”.

La única movilización que me llama y que desde hace unos años siempre pongo el cuerpo de una u otra forma, es el recuerdo del “Nunca más”, celebrado cada 26 de marzo de todos los años.  Ese día, aunque no marcho, suelo ir a un evento cultural donde se proyecte una película, haya una obra de teatro conmemorativa o una galería de fotografías alegórica; lo que sea que me pueda conectar con aquello. El nunca más es un día de recuerdo y de renovación colectiva, o al menos eso debería ser, de nuestra elección hacia un sistema que es democrático y constitucional. Dijimos nunca más al autoritarismo y decidimos como sociedad conversar igualitariamente sobre nuestro destino público. Lamentablemente, tengo la enorme sensación que esa bandera fue profanada por un grupo sectario que nuevamente corrió detrás de sus intereses, confundiendo gobiernos democráticos con dictaduras, división con unidad nacional, confundiendo décadas, queriéndonos llevar a lo peor de nuestra nación cuando el recuerdo es sobre lo mejor.

Mi conclusión: mantenerme distante. Sin embargo, hoy me dije a mi mismo que era necesario participar, no solo como graduado y docente de una universidad pública, sino también y, sobre todo, como ciudadano comprometido con una causa que resulto ser lo que pensaba que era.

La marcha en defensa de la universidad pública fue mucho más que la defensa a un presupuesto a asignar. No se trataba solo de recursos físicos, se trataba de una idea que la sociedad en su mayoría estableció como un valor; la educación pública, gratuita, inclusiva y de calidad. Se tocó una fibra social que al final de cuentas demostró trascender diferentes clases sociales, edades y posiciones políticas. Desde la imagen del taxista alentado desde su ventana, hasta personas mayores, cuya única relación es la de haber sido graduados, o ser padres de graduados o de estudiantes actuales. Supimos que aprox. el 80 % de los/as estudiantes universitarios, son de universidades públicas. Pero aun sin ese dato, es muy fácil darse cuenta el roce que tiene la universidad pública para con nuestra vida cotidiana. Todos, sino pasamos personalmente, conocemos a alguien que haya pasado, aunque sea un corto tiempo por esa institución. Nos dimos cuenta como argentinos que la universidad pública es parte de nuestra esencia, nuestra identidad. Hicimos de ella un consenso colectivo que cuando la pusieron en duda desde el gobierno, respondimos ratificándola con fuertes golpes de soberanía popular.


Poco a poco, según se fue desarrollando el día, nos fuimos dando cuenta que inclusive aquellas personas que hoy están en lugares de decisión, hablo de altos cargos públicos y privados, comunicadores, grandes académicos, profesionales de excelencia, habían sido graduados de esa misma universidad pública -tenemos 5 premios nobeles- hoy criticada. Lo cual de repente, metafóricamente, ya no solo el taxista alentaba por su ventana sino también el periodista del canal más visto.

Decidimos seguir sosteniendo la educación pública porque somos herederos de los reformistas del 1918; somos hijos de aquellos que dijeron “Nunca más”, a través de un juicio legal y legítimo. Hasta ahí llego nuestra unidad, nuestro acuerdo. No fue suficiente la argumentación del adoctrinamiento, del gasto innecesario, del derroche malversado. 

Por supuesto, siempre están los que buscan sacar provechos, son los berretas de siempre, lo que ya dan asco, son esa piedra en el zapato, son esos intereses minoritarios. Aun así, debemos aprender a convivir con ello porque ya se volvieron parte inevitable del juego.

Es innegable que debemos mejorar la educación, asegurar la calidad académica proveniente de la calidad docente y administrativa, claro que sí. Por supuesto que hay que reforzar las auditorias llevadas a cabo por la AGN y la SIGEN, bajo el principio de transparencia y respetando el principio de autonomía universitaria.

Y también, por supuesto, desde ya, que hay instituciones educativas que tienden desde sus directivos y altos mandos a adoctrinar y no estimular el sentido crítico que enriquece. Prácticas como las realizadas por la facultad de periodismo de La Plata son unos ejemplos de la propaganda que enceguece; pero es la excepción a la regla y debe tratarse como tal. Son los marginales que no entendieron ni las reformas del 1918 ni el “Nunca más”. Son los marginales de los que hable más arriba, los que confunden dictadura con un gobierno elegido, los que confunden liberalismo político con liberalismo económico.

El día de la marcha la sociedad se dio una bocanada de aire fresco ciudadano y seguramente muchos y muchas como yo, que hemos resistido a participar de estas manifestaciones por lo ya dicho, salimos a la calle, a ese espacio público que nos pertenece, con un libro en la mano y algunos inclusos con la Constitución, ese gran compromiso escrito bajo el idioma de la igualdad. Salimos a proclamar que las universidades publicas ya son parte nuestra, con recuerdos y vivencias grabadas en nuestra piel, o en nuestro corazón.




jueves, 11 de abril de 2024

Una vez mas.




El primer día clases puede arrancar así… ¿Por qué vinieron hasta acá? ¿Por qué se inscribieron a este seminario? ¿Por qué subieron las escalares y entraron al aula? ¿Por qué se levantaron tan temprano? ¿Qué hay de especial en estar acá? En este lugar optativo, opcional, es decir sin obligación, más que estar obligado a encontrar la consecuencia de no haber elegido esta opción. La respuesta puede ser, para conocer el derecho, ¿pero es que ya no lo conocen? Pregunto… Conocemos el derecho que tenemos por ser personas… pero ¿cuál es ese derecho? Silencio… Los derechos humanos, dicen. Para conocer el marco normativo que hace a nuestra profesión y ser mejores en nuestra labor, interrumpen... Entonces… ¿normas es lo mismo que derecho y derecho es lo mismo que derechos humanos? Pues no. Las normas son estipulaciones escritas. Un plan de estudio es una norma, el programa de este seminario lo es. La ley, en cambio, es un texto escrito pero esta vez hecho por el poder legislativo. Una autoridad distinta. Todo es norma, pero no todo es ley. Y así, todo es derecho, pero no todo es norma. También el derecho es la jurisprudencia -sentencias judiciales que exigen la realización de dar, de hacer o no hacer algo-; la doctrina -libros que hablan de la temática- y la costumbre - practica social que muchas veces tuerce la lectura de una norma, y así a la jurisprudencia y a la misma doctrina-. Como todo es derecho todo es derecho humano. Lo que constituye que los derechos se conservan en cabeza de tales. Se tiene derechos en tanto se es sujeto de derechos y un sujeto es una persona y una persona es humana. Pero cuando hablamos de derechos humanos lo hacemos es un contexto de guerra, donde un estado que se suponía era garante de los derechos de sus ciudadanos paso a ser garante de un proceso que los convertía en jabón y lámparas de hogar. Luego de esa segunda guerra mundial se crea la ONU (1945) y la puesta en común de limitaciones -autolimitaciones- impuestas a los estados nacionales a través de normas internacionales como la DUDH (1948), y los Pactos Internaciones de Derechos Civiles y Políticos, Económicos Sociales y Culturales (1966); y en nuestra región la Convención Americana de Derechos Humanos (1969) con sus respectivos órganos de control: la Comisión Interamericana y la Corte Interamericana de Derechos Humanos. Esto ha hecho que nuestra constitución con su reforma del año 1994, en su art. 75 inc. 22 los incorpore, modificando de hecho el art. 1 de nuestra ley de leyes. Nuestro sistema ya no solo es representativo -soberanía popular a través de los representantes-, republicano –división de poderes, ejecutivo, legislativo y judicial-, y federal -estado nacional, provincial y municipal- sino también transnacional en materia de derechos humanos. Hecho que agrando a los solo 130 artículos (incluido el 14 bis) de la constitución nacional, e introdujo una ocupación mayor en el primer eslabón de nuestra pirámide jurídica. Este seminario trata sobre derechos, y específicamente sobre derechos sociales, es decir sobre algunas materias en particular: educación, salud, vivienda digna, trabajo, seguridad social…  pero también sobre derechos en general con algunos grupos en particular que históricamente han sido marginados por una construcción social e institucional injusta y prejuiciosa. Discapacitados, niños, pueblos originarios, usuarios del servicio de salud mental, entre otros. El apoyo está en el art 2 de la DUDH que expone el principio de igualdad y no discriminación. La igualdad puede ser formal o real. La del art. 16 de la CN es formal, la del 75 inc. 23 es real. Esta última, es la oportunidad dada por una acción positiva proveniente del estado. Así fue que ustedes vinieron hasta acá, hasta esta aula, porque tienen esa oportunidad. La de educarse en una universidad pública. Ese derecho exige la obligación en términos jurídicos de pagar impuestos, pero en términos éticos, exige que ustedes brinden la oportunidad a otros/as de estar en iguales condiciones de acceso y ejercicios de derecho. Así esto se vuelve una gran cadena de favores, y por ahí el mundo se pueda salvar.

 

Articulos.