sábado, 24 de junio de 2023

Presupuesto (no tan) participativo.

En la revista Desafíos de la FHyCS de la UNaM se publicó mi artículo "Presupuesto (no tan) participativo"; una versión previa a lo que leí el día 22 de junio en el simposio organizado por la Mun. de Posadas. En él, tomo como excusa una política pública municipal para reflexionar sobre el alcance de la democracia; le codeo a los hacedores de cultura por lo que entiendo desperdician una herramienta interesante, e insto a la necesidad de modificar la reglamentación en cuestión para que se consustancie con una idea correcta de diversidad. Dejo la revista para que se pasen y la versión posterior del texto por aquí. 

A la revista: https://revistadesafios.wordpress.com/2023/06/18/desafios-no15/ 






Titulo: El presupuesto participativo como mecanismo de democracia semi directa.

Palabras claves: Gobierno abierto – Participación ciudadana – Desarrollo local – Agenda 2030.

A continuación, leeré una breve aproximación al análisis de la política pública: “presupuesto participativo” de la ciudad de Posadas, desde un enfoque socio/crítico, situado y contextualizado. Busco con ello darle importancia, desde el estudio y la visualización, a un mecanismo institucional de gran atractivo para la ciudadanía en el ejercicio de sus derechos políticos.

La recomendación[1] hecha a los Estados, en la Asamblea General de las Naciones Unidas llevadas a cabo en el año 2015, a través de los objetivos de desarrollo sostenible (ODS-Agenda 2030), han hecho del gobierno abierto un punto transversal a los otros, en donde el objetivo numero 16 promueve sociedades pacificas e inclusivas para el desarrollo sostenible, facilitando el acceso a la justicia, creando instituciones eficaces y responsables, y buscando una renovada arquitectura estatal, en donde la información pública accesible, sea condición para el ejercicio de una participación ciudadana de calidad (Barcena, A. 2017).  

Entonces, la participación ciudadana de calidad requiere como condición sine qua non de información pública esencial accesible. Saber si el agua que consumimos es potable, es información publica esencial, y por ende tiene que ser accesible. Saber si el aire que respiramos está o no contaminado, es información pública esencial y por ende tiene que ser accesible. Cito solamente dos ejemplos.

En este sentido, vemos que el programa sometido a estudio va tomando relevancia, en tanto el titulo tercero (de los derechos políticos), capitulo sexto, articulo 48 de la carta orgánica de la ciudad de Posadas[2], contempla el “presupuesto participativo”[3], enunciando: “todos los ciudadanos de Posadas tienen derecho a participar opinando sobre la aplicación de los fondos públicos del presupuesto participativo y controlar las rendiciones de cuentas referentes a su utilización”; asimismo, el articulo siguiente, nos dice: “… deberá garantizar la plena participación a la ciudadanía en general” (…) “el derecho a la información y a una decisión fundada”.

Le anteceden, los primeros capítulos del mismo título, a saber: el sufragio (art. 35); la iniciativa (arts. 36 y 37); el referéndum (arts. 38 y 39); la revocatoria (arts. 40 y sgtes.); y audiencias públicas (arts. 45, 46 y 47). Todas ellas, con excepción del sufragio (derecho político por excelencia sirviendo como fundamentación a la democracia representativa y encubriendo la apariencia de “la igualdad real” -1 persona 1 voto-), son mecanismos propios de una democracia semi directa (incorporados en los arts. 39 y 40 de la Constitución Nacional en la reforma del año 1994).  

Si lo que hacemos al votar es elegir a quienes vamos a obedecer, estas prácticas nos permiten, al menos parcialmente, estar detrás del telón de un sistema que mucho lugar dio a los checks and balances (frenos y contrapesos) pero demasiado poco a la decisión ciudadana. Si del Marxismo aprendimos que una sociedad debe ser explicada según su producción y distribución de riquezas, podemos decir que también ella puede ser explicada por sus normas vigentes y la implementación de estas.

La importancia del presupuesto participativo radica en que es una de las pocas prácticas propias de una democracia semi directa que se aplica con una relevante determinación por parte de la administración pública municipal[4].

La misma herramienta normativa condensada en una política pública (Estado en movimiento), es interesante porque da la posibilidad, no solo de la presentación de un proyecto con un mínimo de 10 personas firmantes, sino también de votarlo, haciendo de este modo que el circulo democrático se sienta lo suficientemente cerrado.

Pero cuando hablamos de democracia, tenemos que ponernos de acuerdo sobre que entendemos por democracia, y es por eso que luego volveré aquí.

Tal política, al estar contemplada en el presupuesto anual, - que según la ordenanza V N.º 21, art. 2, le correspondería el 1,5% sobre el presupuesto general de la ciudad -, los fondos siempre se disponen y no hay riesgos de que año a año no se lleve a cabo. De esta manera se sostiene en el tiempo, logrando con esto acrecentar la confianza necesaria de toda política que tiende a vincularse e interactuar con la sociedad. Mucho más, habiéndose implementado por dos gobiernos distintos[5], desde el 2016 hasta la fecha, tal política pública va dirigiéndose hacia la conversión de lo que no abunda, pero que tanta falta hace; una política de Estado y no de gobierno.

 

Hasta aquí hemos visto, en términos generales, en que consiste el presupuesto participativo y por qué su estudio resultaría atractivo para cientistas sociales y políticos. Ahora, vayamos a algo más concreto; el programa en sí.

 

Los proyectos presentados tienen que estar orientados a 4 ejes: Infraestructura, maquinaria, arbolado urbano, plazas/parques. Existe la posibilidad de presentar proyectos por fuera de estas opciones, pero requiere de un trámite especifico y excepcional. Aquello presentado como excepcional en el ámbito de lo burocrático suele ser complejo, lento y traumático. Vale la pena mencionar aquí, que una política como la del presupuesto participativo requiere de una cierta libertad, flexibilidad y capacidad adaptativa frente a demandas sociales cambiantes; ya que un programa territorial rígido, seria sinónimo de “vacío” (Solano, R. 2017). 

De las ediciones realizadas (desde el año 2016), la mayoría de los proyectos ganadores tienen que ver con la construcción de salones de usos múltiples, remodelación de plazas, veredas, iluminación, instalación de maquinaria para la realización del ejercicio físico, parques deportivos y lúdicos, entre otros similares. Así, si tomamos la última edición (2022), los 11 proyectos ganadores están dentro de estas categorías[6].

Sin hacer un estudio exhaustivo, se puede notar que nunca ha resultado ganador un proyecto atinente a la cultura entendida como expresión artística. Ninguna construcción de museos, teatros, bibliotecas, cinematecas, centros culturales, etc. Tampoco se pensó, en los últimos tiempos, la incorporación de elementos necesarios para la prestación de servicios culturales en espacios ya construidos como pueden ser los salones de usos múltiples. Digo esto solo para dar ideas.

Ahora, cabría hacerse la pregunta de: sí esto ocurre por la falta de presentación de proyectos de estas características o la falta de voluntad ciudadana (al menos de la gente que accede a la votación) de optar por estos proyectos.

La afirmación de lo anterior nos lleva a preguntarnos algo más: ¿Por qué sucede esto? ¿Es por la falta de interés? ¿Y a que se debe esa falta de interés?

Si pensamos un poco mejor, con lo que cuesta esto, podríamos decir que este mecanismo presentado con las luces de una democracia participativa, por entender que tal mecanismo no solo apunta al consumo de productos ya terminados sino también a la participación en la formación de los mismos, apenas llegaría a los albores de una democracia cultural -en sentido amplio-[7] (Solano, R. 2017). Si bien es cierto que la implementación de los proyectos llega a lo largo y a lo ancho del territorio, priorizando de esta forma la descentralización; lo real es que el “contenido” de esos proyectos está “centralizado”, y por ende llevan a homogenizar la ciudad. Si entendemos que uno de los elementos de la democracia es la diversidad, esta política está pecando en su esencia.    

Nuevas preguntas: ¿No será que los proyectos son bajados desde arriba, es decir desde el Estado a la sociedad? ¿Puede que la calificación de viabilidad del proyecto, tarea competente del Estado, sea hecha de manera, un tanto discrecional? ¿Qué interés tendría el Estado de que haya una homogeneidad de “construcciones” concentrando las ofertas en la ciudad? ¿No será que las obras ganadoras se hubieran realizado igual por mas que ciertos proyectos no hayan ganado?

Cuando hablamos de democracia, desde una perspectiva maximalista, entiendo, siguiendo el principio de John Stuart Mill (mencionado por Gargarella, 2021), según el cual “cada persona debe ser considerada el mejor juez de sus propios intereses”, que toda decisión pública debe ser discutida de ante mano y que esa discusión se debe realizar dentro de un “contexto colectivo” en el que se incluyan directamente a los actores que se van a ver afectados inmediata o potencialmente por esa decisión adoptada. Es decir, participación ciudadana de calidad implica la inclusión, la deliberación y la toma de decisión en un pie de igualdad de los actores.

 

No cabe duda, y con esto voy terminando, de que resultan por de más valiosos estos mecanismos de democracia semi directa.

Ahora, surge la necesidad de abrir nuevas líneas de financiamiento, ya no solo a la construcción, remodelación o mejoramiento de bienes inmuebles o muebles “pre” fijados, sino a otros nuevos, pensados, imaginados y debatidos, desde una participación consciente de la sociedad. La prestación de servicios también puede ser una opción. De esta forma, se dará un nuevo enfoque a esta política pública, que como ya lo dije, requiere de cierto grado de libertad y flexibilidad para continuar con su vida útil.  

En definitiva, lo que está en juego es un modo de ver la relación entre Estado y sociedad; la concepción asignada a la cultura, al rol ciudadano y al papel del Estado en la promoción de derechos. La inversión de lo cotidiano, ir de abajo hacia arriba. Discutir valores políticos y culturales, dar una definición lo suficientemente precisa y coherente de ellos. Hacer de la cultura un proceso de desacuerdo de lo común -de lo dado, - puede ser el faro para alcanzar una sociedad más democrática en lo que respecta a la toma de decisiones, haciendo de ella menos desigual socialmente, políticamente y económicamente.   

Ahora sí, termino.

Miranda Fricker, teoriza la “injusticia epistémica” y explica en que consiste esta. Se trata de causar un mal a alguien en su condición especifica de sujeto de conocimiento. La injusticia testimonial, una forma de injusticia epistémica, se produce cuando los prejuicios llevan a un oyente a otorgar en las palabras de un hablante un grado de credibilidad disminuido. Un ejemplo de esto podría ser la diferencia de trato que hace la policía entre un profesional del derecho como yo y un ciudadano pobre y negro. (Fricker, M. 2007).

La conclusión que pude extraer desde mi observación, es que la toma de decisión sobre los proyectos sometidos a votación en el presupuesto participativo, suelen realizarse ante la propuesta en vos alta de un actor con cierta autoridad, y que, debido a la falta de contestación de la mayoría de los participantes involucrados en la decisión, ese silencio se transforma en un “consenso aparente”. Sería algo así como creer en la locura, que si después de esta lectura, preguntara en vos alta a los presentes, si están de acuerdo con ella, y debido a la falta de respuesta de estos, lo interpreto como un sí. Seria injusto, ilegitimo, y posiblemente ilegal.

Gracias. 

 

 



[1] Utilizo el termino recomendación haciendo alusión a normas blandas (soft law).

[2] La última reforma de la carta orgánica fue en el año 2010.

[4] Si bien es cierto que la revocatoria como la iniciativa popular requieren, más que una política pública un fuerte sentido participativo de la ciudadana, lo cierto es que la consulta popular y las audiencias públicas, decantan desde el Estado a la sociedad civil.

[5] Si bien el intendente Joaquín Losada (2015-2019) y el intendente Leonardo Stelatto (2019-2023) pertenecen al mismo frente de poder (partido de la concordia social), ambos se identifican con grupos enfrentados dentro del mismo partido. 

[7] La mención “en sentido amplio” hace referencia a la cultura como regulador de relaciones sociales.


domingo, 18 de junio de 2023

Pensar la crisis



Dejare por aquí algunas cuestiones importantes que nos ayudaran a pensar la crisis "civilizatoria" que estamos atravesando como humanidad. Como voy a tomar solo el prólogo escrito por Jaime Coronado del material “Vivir en la encrucijada" del año 2018, lo que vendrá será suficientemente breve; aun así, ello no impedirá percibir la complejidad del asunto.

Preguntémonos, para dar inicio, cuales son las causas y consecuencias de nuestra vida social y de nuestra organización como comunidad política. Reflexionemos sobre nuestras normas, instituciones, costumbres y modales. Consideremos que implica nuestra práctica social y nuestra convivencia en el espacio público. Qué hago yo y que espero de los demás, si es que hago algo y algo espero.

Desde ya, buscar comprender es la formulación de un interrogante para ser resuelto; lo cual ello nos exige, desde el vamos, a pensar y a estar atentos. Sin embargo, cuando hablamos de una crisis civilizatoria, el acto de pensar es aún mayor, no porque una crisis de pareja, por ejemplo, sea algo insignificante (que no lo es y requiere un pensamiento crítico situado), sino porque el desafío que se presenta aquí, es para la humanidad en su conjunto y no solo para dos sujetos. Se trata así, sobre todas las cosas, de resignificar el sentido de la existencia y de los valores que servirán como sostén de una sociedad en términos colectivos. Es decir, implica conversar y pensar sobre un contenido complejo, y accionar colectivamente.

Todos y cada uno de nosotros ha comenzado a percibir, y cada vez con mayor intensidad, que algo no anda bien. Guerras, pandemias, cambio climático; todo ello a una escala global que influye directamente sobre nuestras vidas cotidianas. Asimismo, considero que nuestra cotidianidad también influye a escala global.  ¿Qué quiero decir con esto? Que incluso una relación entre dos sujetos, como la pareja mencionada anteriormente, puede modificar (aunque en menor escala) lo indeseable en términos sociales. El mundo me cambia y yo cambio al mundo. Como dijo Schiller, todo cambio social y político, implica necesariamente e inicialmente un cambio estético (Shiller, F. 1941).

La crisis civilizatoria, entonces, es una crisis planetaria, referida al agotamiento del paradigma de la modernidad. Siguiendo con el texto de Coronado, se mencionan tres crisis: la financiera, la energética y la ambiental. La interpretación de ellas, se elaboran desde el pensamiento dominante o desde una perspectiva alternativa. Coronado celebra el enfoque alternativo e integrado del presente trabajo, donde se pone sobre la mesa, entre otras cosas, la desigualdad socioeconómica como centro del análisis de la crisis económica, explicando que existe una brecha creciente entre la economía real y la economía financiera.

“…Se estima que en la dinámica económica global sólo de un 5 % a un 10 % de la misma es real. El resto es masa especulativa […] El Informe sobre Desarrollo Humano de la ONU de 1998 dejaba claro el dato de que un 20 % de la humanidad poseía un 84 % de la riqueza global. […] En EE.UU. la mitad de la bolsa está en manos del 1 % de la población, una serie de personas absolutamente privilegiadas. El otro 50 % es propiedad, casi en su totalidad, del 10 % de la población […] El acceso universal a los Servicios Sociales básicos podrían lograrse con un 10 % del presupuesto militar de EE. UU., o con la cuarta parte de los presupuestos militares anuales de los países en desarrollo.” (Martínez, j. 2018. Pag. 8).

La crisis económica es un padecimiento de los ciudadanos que se ven afectados por los efectos de la acumulación de dinero en unos pocos sectores como el inmobiliario, el energético y el alimenticio. La desigualdad se ha fundamentado en una interpretación errónea del derecho a la propiedad privada, sin ninguna limitación. El mismo Locke, padre del liberalismo clásico, señalaba que nadie tiene derecho a poseer mas de lo que puede utilizar, tomando solo una cantidad tal que deje suficiente para los demás. (Hartnack, J. 1978).

El periodista español Ignacio Ramonet, mencionado por Coronado, explica que la crisis económica se traduce en un aumento del miedo y del resentimiento. Problemas de ansiedad e incertidumbre amenazan y corrompen nuestra vida personal. La soledad y el suicido caen como gotas de lluvia. Frente a esto, se observa un creciente corrimiento hacia lo privado e individual, con un profundo rechazo hacia el otro, hacia el diferente. Surge una sospecha basada en la desconfianza, que se responde con violencia y sesgos autoritarios. Ello pone en cuestión al sistema democrático, cuyo uno de los pilares es la aceptación del otro como sujeto de conocimiento.

Es así que uno de los aspectos centrales para hacer frente a esta crisis es redefinir el papel del Estado, que ha beneficiado, directa o indirectamente, por acción u omisión, a los monopolios y oligopolios. Sin embargo, no sabemos si redefinir el Estado implica cambiarlo utilizando las mismas herramientas que nos brinda el propio sistema en crisis, o si deberíamos construir nuevas alternativas a partir de imaginarios diferentes. También esto, nos lleva a preguntarnos, si nos encontramos ante una crisis terminal o simplemente ante una contingencia a ser resuelta con los mecanismos de resolución de conflictos actuales.

Para Aníbal Quijano, pensador decolonial por excelencia junto a Enrique Dussel, esta crisis civilizatoria, mencionada anteriormente, se debe al agotamiento del patrón del poder eurocéntrico. Quijano, nos ofrece una visión multidimensional de la crisis en la colonialidad del poder y expone que la crisis del capitalismo es terminal. Esto debería ser visto como una ventana de oportunidades para desarmar el sistema, aun dominante en la actualidad, basado en la diferencia superficial (sexo, raza, naturaleza humana y no humana, etc.) cuya consecuencia ha sido la instauración de desigualdades en el ejercicio de derechos.

El Estado capital/nación ha demostrado que no puede resolver una crisis que por todos lados desborda. Diría el Dr. Gargarella, es como un traje chico para un cuerpo social que le ha quedado demasiado grande. Las instituciones públicas se han convertido en meras sombras de una pelicula proyectadas hace mucho tiempo. Los conflictos del presente, son más complejos y diversos, cuya resolución no puede basarse sobre la antigua idea de la representación política. Esto nos despierta otro interrogante: ¿Cuál es rol de la ciudadanía en este contexto? ¿No será la ciudadanía la única opción legitima para hacer algo? Y si es así ¿cuál debería ser el contenido de su reclamo y la estrategia a utilizar?

Las revoluciones sociales, continua el texto, pueden levantar banderas argumentando cambios de épocas, dejando un sistema para entrar en otro, y en el mejor de los casos ofreciendo propuestas futuras. En otros casos, simplemente solo buscaran dejar atrás el pasado. También, podrían acentuar el trasfondo contradictorio del sistema, impulsando medidas que, si son analizadas con profundidad, no tendrán un impacto positivo en la crisis. A modo de ejemplo, se plantea si el concepto de desarrollo sustentable (fogoneado por ciertos sectores) es suficiente o si se debería transformar el mismo sentido de la palabra “desarrollo”.

Para concluir, Edgar Morin concibe a la idea de crisis en un macro concepto, basado en los principios de la teoría de la complejidad. Según esta teoría, el principio dialógico, destaca los procesos de transformación, donde la ruptura no necesariamente lleva a la supresión de alguna de las partes, sino mas bien a una convivencia contradictoria entre lo viejo y lo nuevo. Se impone un dialogo de saberes, donde nadie posee la totalidad del problema ni la totalidad de la solución.   

De vuelta, esta crisis nos exige pensar, conversar y actuar colectivamente.

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