Leyendo los artículos 257 y 259 del código civil y comercial de la Nación Argentina.
Un escritor no
debería decir nunca cuando comienza su “acto” de escribir; esa tarea de
ordenar letras, palabras, signos. Un escritor se escucha a sí mismo, y es por
ello que suele requerir silencio. Algunos, acompañan el silencio con la
soledad. Pero si nos ponemos quisquillosos y, nos representamos en
alguien que verdaderamente hable con propiedad, esa tarea no sería propiamente
un acto, sino un “hecho”. Un acto es una conducta “voluntaria” que hace
nacer, modificar o extinguir cualquier relación, entendida esta en un sentido
muy amplio. En cambio, un hecho es un “acontecer”, que también hace nacer,
modificar o extinguir cualquier relación, de vuelta, entendida esta en sentido
muy amplio. Ahora, aclaremos que es una conducta voluntaria (fundamento del
acto) y un acontecimiento (fundamento del hecho). Una conducta tanto en
su faz negativa (no hacer) como en su faz positiva (hacer), es voluntaria
cuando es realizada con intención, discernimiento y libertad. De estos tres
componentes que forman parte de la voluntad, vamos a prestar especial atención
a solo uno de ellos: el discernimiento. Dicho por mí, el
discernimiento es el juego intelectual de la razón, en un patio que se llama
conciencia. Decir dicho por mí es decir dicho por un no especialista. Desde que
leí un artículo de Norberto Bobbio y me di cuenta que una de las causas de la
crisis de la democracia es la tecnocracia que produce la distancia entre los
tecnócratas y el hombre común, empecé a aborrecer día a día a los
especialistas; a pesar de que yo mismo tengo en mi haber títulos de
especialización. Entonces… discernimiento, razón y conciencia. A saber de
todos, concebimos al humano como el único ser vivo en la tierra que posee
conciencia. Descartes, mencionado por Voltaire, entendía al alma como la misma
cosa que el pensamiento. Bajo su concepción los animales eran maquinas. Parece
ser que ya está demostrado que los animales no pueden ser simples maquinas ya
que gozan de los mismos sentidos que todos los hombres. En el reino vegetal se
presenta una discusión más exigente en relación a la insensibilidad de las
plantas. Sir Jagadis Chandra Bose, filoso hindú, con la construcción del
esfigmógrafo demostró la sensibilidad de las plantas después de haber escuchado
que algunos campesinos de vista muy rápida habían notada que algunos pajonales
se cimbraban levemente antes de recibir el machetazo. Fuese lo que fuera, casi
que podemos afirmar con totalidad que la razón es solo correspondencia del
humano. Esto nos da como resultado que todo “acto” proviene del ser humano, y
que todo “hecho” proviene de lo no humano a lo que yo llame: acontecer. Algo
que acontece es un no plan que se aparece. Pero la cosa no es tan sencilla. Hay
muchos hechos que pueden provenir del ser humano; por ejemplo respirar.
Respirar es un “hecho continuado” que hace nacer una relación de vida.
Otro ejemplo, es escribir (aquí aludo al momento mismo de escribir). Cuando
dije que la tarea de escribir era más bien un hecho y no un acto me estaba refiriendo
a esto. Una conducta proveniente del hombre que es un hecho por no tener
voluntad. No tener voluntad es la falta, como mínimo, de uno de sus tres
elementos. Escribir muchas veces es un acontecer. De hecho, para todos
aquellos que nos pesa la condena de escribir, escribir con una pasión
verdadera, responsable y seria, el acontecer podría ser la mejor sonrisa de un
día frió y agitado.