viernes, 14 de enero de 2022

DEL DICHO AL HECHO...

Leyendo los artículos 257 y 259 del código civil y comercial de la Nación Argentina. 


      

 

Un escritor no debería decir nunca cuando comienza su “acto” de escribir; esa tarea de ordenar letras, palabras, signos. Un escritor se escucha a sí mismo, y es por ello que suele requerir silencio. Algunos, acompañan el silencio con la soledad.  Pero si nos ponemos quisquillosos y, nos representamos en alguien que verdaderamente hable con propiedad, esa tarea no sería propiamente un acto, sino un “hecho”. Un acto es una conducta “voluntaria” que hace nacer, modificar o extinguir cualquier relación, entendida esta en un sentido muy amplio. En cambio, un hecho es un “acontecer”, que también hace nacer, modificar o extinguir cualquier relación, de vuelta, entendida esta en sentido muy amplio. Ahora, aclaremos que es una conducta voluntaria (fundamento del acto) y un acontecimiento (fundamento del hecho).  Una conducta tanto en su faz negativa (no hacer) como en su faz positiva (hacer),  es voluntaria cuando es realizada con intención, discernimiento y libertad. De estos tres componentes que forman parte de la voluntad, vamos a prestar especial atención a solo uno de ellos: el discernimiento. Dicho por mí, el discernimiento es el juego intelectual de la razón, en un patio que se llama conciencia. Decir dicho por mí es decir dicho por un no especialista. Desde que leí un artículo de Norberto Bobbio y me di cuenta que una de las causas de la crisis de la democracia es la tecnocracia que produce la distancia entre los tecnócratas y el hombre común, empecé a aborrecer día a día a los especialistas; a pesar de que yo mismo tengo en mi haber títulos de especialización. Entonces… discernimiento, razón y conciencia. A saber de todos, concebimos al humano como el único ser vivo en la tierra que posee conciencia. Descartes, mencionado por Voltaire, entendía al alma como la misma cosa que el pensamiento. Bajo su concepción los animales eran maquinas. Parece ser que ya está demostrado que los animales no pueden ser simples maquinas ya que gozan de los mismos sentidos que todos los hombres. En el reino vegetal se presenta una discusión más exigente en relación a la insensibilidad de las plantas. Sir Jagadis Chandra Bose, filoso hindú, con la construcción del esfigmógrafo demostró la sensibilidad de las plantas después de haber escuchado que algunos campesinos de vista muy rápida habían notada que algunos pajonales se cimbraban levemente antes de recibir el machetazo. Fuese lo que fuera, casi que podemos afirmar con totalidad que la razón es solo correspondencia del humano. Esto nos da como resultado que todo “acto” proviene del ser humano, y que todo “hecho” proviene de lo no humano a lo que yo llame: acontecer. Algo que acontece es un no plan que se aparece. Pero la cosa no es tan sencilla. Hay muchos hechos que pueden provenir del ser humano; por ejemplo respirar. Respirar es un  “hecho continuado” que hace nacer una relación de vida. Otro ejemplo, es escribir (aquí aludo al momento mismo de escribir). Cuando dije que la tarea de escribir era más bien un hecho y no un acto me estaba refiriendo a esto. Una conducta proveniente del hombre que es un hecho por no tener voluntad. No tener voluntad es la falta, como mínimo, de uno de sus tres elementos.  Escribir muchas veces es un acontecer. De hecho, para todos aquellos que nos pesa la condena de escribir, escribir con una pasión verdadera, responsable y seria, el acontecer podría ser la mejor sonrisa de un día frió y agitado.  


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