John Locke puede ser resumido,
con una gran dosis de modestia, en dos líneas de pensamiento fundamentales, que
también se reflejan en el epitafio que él mismo escribió (que mencionaré al
final). Su primer línea de pensamiento está plasmada en su obra Ensayo sobre
el entendimiento humano, donde desarrolla su teoría del conocimiento. La
segunda línea de pensamiento se expone en Dos tratados sobre el gobierno
civil, donde presenta su teoría política.
La teoría política de Locke está
enmarcada en el contexto de la Revolución Gloriosa de 1688 en Inglaterra, que
llevó al poder a Guillermo de Orange y estableció la monarquía constitucional.
Locke fundamenta sus ideas en tres pilares principales: 1) la concepción de la
“constitución” como un “contrato” en el que predomina la “ley”, garantizando la
igualdad de los individuos a través de procedimientos legales, lo que se conoce
como “igualdad ante la ley”; 2) la “separación” de poderes, una idea que sería
desarrollada más tarde por Montesquieu, que otorga preeminencia al Parlamento;
y 3) la “limitación” del poder estatal mediante el reconocimiento de derechos
naturales—vida, libertad y propiedad privada—que son anteriores a la formación del
Estado y que actúan como un freno a su autoridad. En este contexto, Locke
también justifica la “desobediencia civil”, o lo que yo preferiría llamar
“rebeldía ciudadana”.
Una cuestión interesante surge
cuando Locke aborda la aparente contradicción entre la protección de la
propiedad privada y el cobro de impuestos. Locke sostiene que el pago de
impuestos es justificable si se destinan a garantizar el ejercicio de los derechos
naturales, como la vida, la libertad y la propiedad, y por ende, su seguridad.
Sin embargo, no considera justificable el cobro de impuestos para garantizar
derechos no naturales, como la salud y la educación. Aunque esta perspectiva
puede parecer controvertida hoy en día, en su época era una posición clara y
honesta. Locke no solo limita el derecho a la propiedad privada, es decir lo
relativiza, sino que también lo hace desde una perspectiva contractualista,
considerando el interés general.
Su primera línea de pensamiento,
centrada en la teoría del conocimiento, se desarrolla en un contexto de
predominio del racionalismo cartesiano. Su teoría abrió una senda a lo que se llamaría empirismo; una filosofía que
se caracteriza por basar todo el conocimiento en la experiencia proporcionada a
través de los sentidos. Ello, se diferenciaba de lo anterior, en tanto
Descartes, planteaba a modo de hipótesis de trabajo, que todo el mundo
circundante percibido a través de los sentidos era falso y engañoso, manipulado
por un genio maligno. De ahí el ejemplo de la rama vista debajo del agua. Al
poner en duda todo, lo que no pone en duda Descartes, es ese genio maligno, que
puede ser pensable, y por lo tanto justificante de la duda anterior. Es decir,
hay algo de lo que no cabe dudar y es el hecho mismo de estar dudando. Pienso ergo existo.
A Locke no le interesan mucho las
disquisiciones de salón, y piensa que si algo puede verse y tocarse, es real, y
cualquier persona que ponga en duda ello, es tan escéptico que no puede ser
verdad. A su vez dice, que la experiencia, nos permite conocer lo suficiente
como para satisfacer los fines prácticos de la vida, que son, a su entender, la
salud y la comodidad. La filosofía debe ser práctica y útil. Just do it (hazlo
y punto).
Finalmente, el epitafio que Locke
escribió resume bien su visión:
Detente, viajero
Cerca de aquí yace John Locke. Si preguntas que tipo de hombre fue, su
respuesta es que vivió contento con lo que modestamente tuvo.
Educado en letras, todo cuanto hizo fue para satisfacer tan solo las
exigencias de la verdad. Esto puedes aprenderlo en sus escritos, que también te
dirán cualquier otra cosa que haya que decir de él con mayor verdad que las
dudosas alabanzas de un epitafio. Virtudes,
si las tuvo, no tanto como para alabarlo ni para que lo pongas de ejemplo; que
sus faltas se entierren con él. Si buscas modelo de conducta, lo tienen en los
evangelios; si solo de vicios, no los busques en ninguna parte; si de
mortalidad que te sirva de provecho, lo tienen aquí y en cualquier otro lugar.
Que el nació el 29 de agosto del año de Nuestro Señor de 1632, en agosto 29, y que falleció el 28 de octubre del año de Nuestro Señor de 1704, esta lapida, que también perecerá pronto, es un registro.
Fuente: Sergio Aguilar. Locke. La mente es una
tabula rasa.
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